Por Edgardo Cabrera
12 de agosto 2019
Los del PEST dieron de nuevo de qué hablar, resulta que la filtración de un video evidenció que “a cachetadas y jalones de pelos” dirimen sus diferencias los militantes de este instituto político cristiano.
Los hechos ocurrieron el jueves pasado cuando en una de sus asambleas distritales se caldearon los ánimos entre acusaciones de compra de conciencias con despensas, y la injerencia de personajes externos, lo que terminó con una golpiza que le propinaron a la maranotista Karina Pérez, simpatizante del grupo del diputado José Luis Garrido.
Ante la violencia desatada, el también dirigente estatal en funciones, José Luis Garrido, acusó a Duncan Mauricio Maccomish Domínguez, Carmen Castellanos, Mauricio Cuahutle, Pablo Molina, y Héctor Joseph Cid, de ser los principales incitadores a la violencia interna.
Y, nada tonto, aprovechó el caso para adelantar que trae entre manos solicitar al Tribunal Electoral de Tlaxcala sean suspendidas las asambleas “por falta de condiciones”, y que la dirigencia sea designada por el Comité Directivo Estatal integrado por 8, entre ellos los alcaldes de Ixtenco y Calpulalpan, así como los dos diputados locales: Garrido y Luz Vera Díaz.
En contraste, tras el conflicto se destapó Carmen Castellanos como aspirante a dirigir el PEST que, a estas alturas, evidencia que las enseñadas del señor nada más son de dientes para afuera, ya que aquí lo que menos existe es hermandad y honestidad.
PRI RESUCITADO
Este domingo, el PRI vivió una elección interna histórica para elegir a su nueva dirigencia nacional.
Esta votación representa un parteaguas para su transformación, pues pone a prueba su deseo de unidad y bienestar como partido.
El Gobernador Marco Mena, quien mostró que tiene el control del instituto político, acudió a votar en la casilla ubicada en el Portal Grande de la capital, y convivió por más de una hora con la militancia del PRI, que lo arropó.
A él se le notó tranquilo y contento, y los priístas le respondieron favorablemente.
La jornada electiva interna demostró que el espíritu del priismo pervive, y que para ganar es preciso reconstruir al PRI, en un contexto en el que crece el desánimo por las promesas incumplidas de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación.
¿NO QUE NO?
Aunque juraron y perjuraron que no lo harían, en los hechos, los diputados locales quedaron evidenciados por utilizar la fiscalización como garrote político en contra de sus adversarios.
El viernes, por sus calzones, decidieron bajar las cuentas públicas de los municipios de Texoloc y Xaltocan, las cuales venían en sentido aprobatorio.
Aunque los diputados Milton López del PAN y Michael Brito del PT argumentaron que debía realizarse una nueva revisión ya que existían “dudas” del gasto en Texoloc, en los hechos se trata de una venganza en contra de su homólogo, el perredista Miguel Ángel Covarrubias quien forma parte del bloque de 8 legisladores que están del lado del depuesto ex presidente de la JCCP, el morenista Víctor Báez.
No perdamos de vista que Covarrubias es hijo de la alcaldesa, de ahí que el verdadero fin es propinarle un revés por no alinearse con el nuevo bloque mayoritario, y también para cobrar revancha de diferencia personales que trae con la actual presidenta de la JCCP, la morenista, Ana Bertha Mastranzo.
Ante el berrinche revanchista, la presidenta de la comisión de Finanzas y Fiscalización, María del Rayo Netzahuatl (del bloque de Báez) aprovechó para condicionar que, si se retiraba la Texoloc, entonces también se debería bajar la de Xaltocan porque “por unas décimas” está rayando en el 7 por ciento del daño patrimonial, y así ocurrió.
Lo anterior dejó en evidencia que las cuentas públicas fueron negociadas y que así seguirán.
Por lo pronto de reprobar Texoloc o Xaltocan quedará constancia que no se trata de un asunto de malos manejos financieros, sino más bien de la venganza, y para muestra Tlaltelulco que también traía observaciones que fueron pasadas por alto dado que el presidente municipal es padre de la diputada local María Félix Pluma.