Juan Luis Cruz Pérez
En 2019, un nuevo récord: 21 mujeres asesinadas cada 48 horas en México.10.4 mujeres asesinadas cada día. Con ello, la rabia ha crecido y retumban con más ahínco que los discursos de la clase política y las medidas para combatir al machismo.
De ahí la molestia, el enfado y más cuando no hay respuestas y mucho menos compasión, entendida ésta el sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien, nuestras mujeres.
De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), hay un incremento en este flagelo. En 2018 se registraron 3 mil 580 asesinatos de mujeres y en el primer año del gobierno federal fueron contabilizados 3 mil 825 muertes de féminas.
Esas cifras oficiales también nos dan cuenta que tanto los homicidios dolosos de mujeres como los feminicidios han tenido un incremento constante a partir de 2015, En el caso del feminicidio, el delito subió 151 por ciento entre 2015 y 2019, al pasar de 224 a 563 casos. No hay otros datos.
Ahí radica la molestia y la demanda de las mujeres y el movimiento “Un día sin nosotras” o “Un día sin mujeres”, que es el paro de mujeres programado para el día 9 de marzo, el cual nace por movimientos y colectivos femeninos en el mundo. No fue ni la derecha mexicana ni los conservadores, ni los adversarios al gobierno de la cuarta transformación, sino de aquellos grupos que quieren que se visibilice esta triste realidad, que a las mujeres las están matando y no hay políticas públicas para frenar esto.
Que hay grupos y polítiquillos de la derecha que quieren sacar raja política, es verdad y siempre lo ha sido. No es exclusivo de la derecha, sino de todos los que hacen política; buscan abrazar el descontento social de algún tema y a partir de éste, posicionar su agenda.
¿A poco no lo hizo así el propio Andrés Manuel López Obrador por muchos años? Es más, él abanderó el hartazgo social de la corrupción de gobierno priista de Enrique Peña Nieto y eso mismo lo hizo ganar las elecciones del 2018.
El ahora presidente sabe de lo que habla, y ahí su oposición a este tipo de movimientos sociales.
Pero no entiendo su oposición, cuando los gobiernos de izquierda, como ese que él mismo encabezó en la ciudad de México, fue promotor, defensor y precursor de acciones a favor de la equidad de género, libertad, sexualidad, derechos femeninos o tolerancia sexual.
Por ello creo que hay una visión errónea y distorsionada del presidente López Obrador y de sus seguidores, quien ahora trata de desvirtuar este tipo de movimientos con argumentos pueriles como que éstos obedecen a posiciones de la derecha, de sus adversarios y de la mafia del poder. Que es una campaña en su contra
Pero nada lejano a la realidad. No he escuchado ni leído nada al respecto de parte de las agrupaciones convocantes. Aunque reconozco que los politiquillos, como siempre, tratan de llevar agua a su molino de cualquier desgracia.
Eso es normal, y López Obrador y los suyos, lo deberán reconocer, que ante cualquier crisis social, la gente exige de manera crítica una mayor intervención del Estado para frenar ésta.
Sin embargo, más allá de asumir una responsabilidad, hacer suyo el enojo social y generar empatías con estos sectores, sigue negando la realidad y culpando al pasado. Es más, con los suyos, trata de desvirtuar el movimiento y hasta frenarlo a través de la #Noalparonacional impulsada en círculos oficiales.
Muestra de ello es que la semana pasada, su esposa, Beatriz Gutiérrez Mueller, difundió en su red social una imagen en la que apoyaba el paro del 9 de marzo. También hubo manifestaciones a favor de parte de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum o de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde. Sin embargo, fueron acalladas por cuestiones de Estado y recularon en su posición.
Como dice el sociólogo y economista hombre de izquierda, Jorge Zepeda Patterson, “hay motivos respetables para estar en desacuerdo con un paro nacional de mujeres. Hay quienes argumentan que la lucha contra el feminicidio no pasa por la segregación de hombres y mujeres sino por el combate contra el machismo, y que tanto hombres como mujeres somos parte del fenómeno y también sus víctimas. En ese sentido, un paro de mujeres haría pensar a muchos, por exclusión, en una confrontación de género, cuando no lo es. El tema es debatible y escapa a los límites de este espacio.
Abunda: Hay razones comprensibles y respetables para decidir participar en el paro o para no participar en él; lo que es absurdo es hacerlo o no hacerlo porque se trata de estar en contra o a favor de López Obrador, estar con la derecha o estar en contra de ella. Un terrible y falso dilema.
Sin embargo, hasta ahora, hay muertas y una ausencia de compasión de parte del Estado.