Por Mauricio Hernández Olaiz
Para nadie es un secreto que desde la palestra de las mañaneras el presidente López Obrador tira la línea. Una de ellas fue la de que el próximo presidente de su partido Morena, sea elegido a través de una encuesta, bajo el argumento de que con ello se evitarían las rebatingas y luchas estériles al interior del instituto político que los acabaría convirtiendo en lo mismo que otros partidos políticos, esto en referencia al PRD.
Sin embargo la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena rechazó la encuesta como método de elección de su dirigente nacional y estatales. Los integrantes de la CNHJ señalaron que con fundamento en el artículo 49, “no es posible elegir a los integrantes de los comités estatales y nacional mediante el método de encuesta, dado que dicho supuesto no se encuentra contemplado en la norma estatutaria».
Ni tarda ni perezosa, la actual dirigente del partido oficial, Yeidckol Polevnsky, dijo que iniciarán los ajustes de los estatutos del partido para permitir que la próxima dirigencia nacional se elija mediante encuesta, a pesar de que no está contemplada como un método de elección. Y no es que Polevnsky quiera ser la niña más obediente del colegio, esa decisión claramente la beneficia en busca de su reelección, mientras que bajo el sistema estatutario la gran beneficiada sería Bertha Luján, quién es precisamente la presidenta del CNHJ.
Pero mientras Morena cambia estatutos para seleccionar por “encuesta” a sus dirigencias- entiéndase también por lo que diga el dedito de López – en Tlaxcala las guerras morenas continúan. Pese a que la llamada a seleccionar por la vía demoscópica sea para evitar conflictos internos, el presidente no ve, o no quiere ver, que esos ya existen y en todos lados, y no solo por el control del partido sino también por el hambre de obtener una candidatura.
Es curioso que el mecanismo propuesto por el ejecutivo vaya también de la mano de una declaración tajante en el sentido de que nadie que trabaje en el gobierno puede inmiscuirse en el proceso interno de Morena, sin embargo, por el simple hecho de “sugerir” el procedimiento de selección pues se está inmiscuyendo.
Por eso no extraña que todos los servidores públicos federales en Tlaxcala y legisladores tengan sus manos metidas en el proceso, o bien, quieran incidir en el mismo. Ya sea con el uso faccioso de los medios para atacar a los contrincantes, con el corre ve y dile a los López Beltrán, la compra descarada de conciencias, el uso de programas sociales, o información tendenciosa en las redes sociales. Lo que se supone quiere evitar el de Macuspana viene sucediendo de tiempo atrás.
Peor aún, a los flamantes Morenistas no les preocupa sacar los trapitos al sol de sus colegas de partido con tal de tener mejor oportunidad de controlar la maquinaria electoral del ente púrpura. Pese a que eso podría debilitarles en su conjunto en el próximo proceso electoral, se siguen atacando con todo lo que tienen y conocen del probable contendiente a la dirigencia o la gubernatura.
Lo que a la ciudadanía nos queda claro es que todos los Morenistas en contienda tienen una larga y retorcida cola que les pisen, empezando con que todos fueron priistas y luego brincaron a otros partidos en busca de huesos, antes de terminar privilegiados, perdonados y santificados en Morena.
La verdad me parecería ocioso sacar los trapitos de unos y otros, de eso ya se han encargado sus medios afines. Lo que queda claro es que la guerra sucia y las descalificaciones entre los propios morenistas se mantendrá y continuará creciendo, eso sí, ninguno de los protagonistas de estas guerras morenas tiene los suficientes pantalones, o las faldas, para denunciar de frente a sus adversarios, mejor utilizan a “comunicadores” chabacanos para tal fin. Finalmente tienen que simular armonía y unidad ante el presidente. La simulación es la materia más relevante para ser político de cualquier partido. Conservadores neoliberales y fifís, así como chairos transformadores de la 4T, se hermanan cuando de simular y engañar al pueblo se trata.
Son luchas de poder intestinas que en nada benefician al pueblo, el eterno pretexto y la gran víctima….Yo sigo esperando que alguien en verdad me muestre la cacareada transformación.
A final de cuentas las guerras morenas podrán ser absolutamente estériles, pues si el que decidirá será el presidente con su dedito marcador, tanto en la dirigencia estatal como en las candidaturas, probablemente dependerá del estado de ánimo del Tabasqueño y de su afinidad con el personaje, y son contaditos con mis deditos los que tiene acceso al mesías de la nación.
Nada ha cambiado, más que de un triste color y del dedo señalador.