Contra columna: La candidata de la corrupción
6 De Noviembre - 2020
Por José Martínez M.
Lorena Cuéllar Cisneros ha sabido seguir los consejos del expresidente López Mateos quien solía decir: ‘Quien no tenga un amigo libanes, que lo busque’.
En efecto, Lorena Cuéllar es una de las aspirantes al gobierno de Tlaxcala como candidata de Morena y desde algunos años ha mantenido una relación ‘especial’ –por decirlo de una manera amable– con la familia de los Gali. Sí, nos referimos a la dinastía poblana de los Gali, de la que José Antonio Gali Fayad fue gobernador por un breve periodo, menos de dos años, pero suficientes para consolidar su fortuna.
Por las manos de Lorena Cuéllar –como súper delegada del gobierno federal en Tlaxcala– pasaron miles de millones de pesos. Ella se jacta de haber ‘administrado’ cerca de 9 mil millones de pesos para ‘beneficio’ decenas de miles de familias.
Sin transparencia –al estilo del gobierno de Obrador– ese dinero lo utilizó para su promoción política, y de paso desviar cuentas millonarias en obras sin terminar y a costos elevados. Desde luego, con ese dinero hizo su ‘cochinito’ para promocionarse y utilizarlo en su campaña, si es que resulta la agraciada.
La fortuna desmedida de Lorena Cuéllar tiene mucho que ver con algunos negocios manejados por el clan de los Gali, una familia de origen libanés que es conocida en Puebla por su empresa Grupo Ámbar que maneja una red de antros, bares y restaurantes de lujo en San Andrés Cholula y la capital poblana.
Lorena Cuéllar, lo hemos señalado en este mismo espacio de la Contracolumna, tiene una forma muy particular de ver la política. Para ella los cargos de representación popular son negocios.
‘Un político pobre es un pobre político’, solía decir el profesor Carlos Hank González y Lorena Cuéllar así lo entiende. Su ambición la ha llevado a saltar de partido en partido siempre en busca de su ‘superación personal’.
Y la mejor manera que encontró para sacar provecho a los negocios de la política, fue aliarse con los Gali. Si ella resulta la candidata de Morena no habrá que preocuparse por dinero, así que si Dulce Silva –la esposa de César Yáñez, el ex vocero de Obrador por muchos años y ahora colaborador cercano del tabasqueño– dice contar con 70 millones de pesos para su pretendida campaña, Lorena Cuéllar dispone de mucho más.
Frente a Dulce Silva, sin duda alguna Lorena tiene un palmarés político envidiable. A su lado, Dulce es una bisoña, en cambio Lorena es un costal de mañas y sabe endulzar el oído de Obrador. Lo malo para Lorena es que los partidarios de Obrador no confían en ella por sus malos manejos.
La mayor parte de su trayectoria política la hizo en el PRI, desde abajo como una modesta burócrata hasta llegar a un drama familiar en 2012 cuando tuvo que competir con su tío el exgobernador Joaquín Cisneros Fernández por un escaño en el Senado. Entonces rompió con el PRI, el partido de sus amores, y se pasó de la noche a la mañana al Movimiento Progresista acaudillado por Obrador.
Lorena es pragmática y si mañana no resulta la candidata a la gubernatura por Morena es capaz de aliarse con el diablo, no le importa que tenga que pasar sobre los cadáveres de Dulce Silva y otros aguerridos morenistas que tienen las mismas ambiciones de poder, al costo que sea.
Esa es la identificación que Lorena Cuéllar tiene con los Gali. Asumir la política como negocio.
Cuando José Antonio Gali Fayad fue alcalde de la capital poblana y luego gobernador de esa entidad lo hizo bajo los colores del PAN, ahora pretende que su hijo José Antonio Gali López se forme bajo la sombra de la ‘izquierda’ para ocupar en el ‘futuro’ la gubernatura de Puebla.
Si los adversarios de Lorena Cuéllar soltaron el ‘borrego’ de que estaba bajo la lupa de la Unidad de Investigaciones Financieras, no estaría mal que la señora Cuéllar se le investigara sobre los malos manejos de los dineros para los programas en el estado por la Secretaría de Bienestar.
Según Lorena Cuéllar con los casi 9 mil millones de pesos que administró como delegada de Bienestar se ‘beneficiaron’ 324 mil personas, entre estudiantes, personas de la tercera edad y gente con discapacidad. Pero las cuentas no han sido claras. El manejo de esos recursos se hizo de manera discrecional.
Es así que en su ambición por el poder, Cuéllar dejó la delegación federal en manos de un subordinado que responde a nombre de Carlos Luna Vázquez, a quien utiliza como su tapadera.
Por otro lado, son múltiples las denuncias sobre el enriquecimiento desmedido de su yerno, Fernando Lucio Celis quien en más de tres años tuvo a cargo la mayor parte de la obra pública en el municipio de Amaxac, con recursos gestionados por Lorena Cuéllar.
Todo mundo sabe en Tlaxcala que a Lucio Celis le gusta fanfarronear la vida de lujos que lleva sin el menor rubor, asumiéndose intocable.
Pero a Lorena Cuéllar le da urticaria cuando la prensa la llama a rendir cuentas por sus escándalos políticos y la rocambolesca vida de ella y de su yerno.
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