Por Edgardo Cabrera
Una auténtica tomada de pelo es el movimiento que la semana pasada organizó Blanca Águila Lima, se trata de un vil truco propagandístico para tratar de legitimar su desgastada dirigencia al frente de la sección 27 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Secretaría de Salud.
Fue la directora administrativa de la Sesa, Guadalupe Zamora su pretexto, o mejor dicho, su chivo expiatorio para movilizar a una parte de los sindicalizados y organizar desde plantones, hasta marchas, en demanda de la salida de la funcionaria a la que acusa de “insensible” y de supuestamente afectar sus derechos laborales.
La realidad es que la sempiterna dirigente siente trastocado su coto de poder. En julio de este año deberá renovarse la Secretaría General donde se ha perpetuado por cuatro periodos y, a diferencia de pasadas elecciones, ahora sí podría perder su representatividad.
Pero también los enanos le crecieron, desde el año pasado surgió una nueva agrupación, encabeza por su ex subordinado Daniel Romero, que con el cobijo de Lorena Cuéllar trabaja en arrebatarle agremiados al SNTSA, y ahí la lleva, ya suman más de mil de los 4 mil 800 trabajadores de base que integran la dependencia.
De ahí que sacara a las calles a sus incondicionales para protestar por una causa que es más falsa que el liderazgo que dice tener Blanca, años atrás ni ella, ni sus corifeos se preocuparon ni ocuparon por el desabasto de equipo y medicamentos, tampoco de asuntos laborales de los que hoy se quejan.
Y la realidad es lapidaria para la también ex líder estatal del PRI y ex alcaldesa de Zacatelco, su chivo expiatorio no se manda sola, la administrativa de Salud simplemente sigue instrucciones, y esas indicaciones provienen del secretario, René Lima Morales, quien a su vez se debe al gobernador Marco Mena.
Ahora bien, la poderosa Blanca, dada su filia política y relaciones partidarias, bien puede resolver sus inconformidades con una simple llamada o con una solicitud de audiencia siguiendo los canales que ella bien conoce, ¡pero no!, prefirió la simulación a costa de la desatención de los pacientes del sector salud.
Como resultado de su patético caso, el tiro le salió por la culata, por el hecho de que mientras ella se queja de la responsable administrativa, sus adversarios sindicales, han defendido a la acusada legitimándola en el cargo. No hay nada mejor que los adversarios políticos al PRI le den el espaldarazo a quien está en el puesto por una decisión cupular, y ese es el caso de Guadalupe Zamora.
COLMILLUDA
Desde 2004 Águila llegó a la dirigencia sindical gracias al PRI, y ahí encontró su principal bastión para tratar de construir un futuro político.
Solamente en el periodo de 2010 y 2014 no estuvo al frente dado que resultó electa como presidenta municipal de Zacatelco, donde pasó sin pena ni gloria.
Luego intentó seguir en el escenario, pero no pudo ganar la elección federal donde pretendía ser diputada por el tercer distrito, y de ahí, aunque llegó a ocupar la dirigencia estatal del PRI por mera casualidad, su carrera política se fue al caño.
Derrotada, regresó al único lugar donde ha podido meter sus manos a su antojo, sin embargo, su realidad la ha venido alcanzando, en su más reciente contienda, la de 2017, fue acusada de convertir la elección en un cochinero, llegó hasta el grado de meter mariachis a los hospitales para “ganar” votos con los trabajadores.
Finalmente triunfó con 2 mil 535 cuestionados votos, en tanto que su principal adversario, Daniel Romero metió mil 570, y precisamente este personaje que importó a Tlaxcala se ha convertido en su principal talón de Aquiles.