¿ADIÓS?
14 De Mayo - 2021
Por Edgardo Cabrera
Ya con algunos días de campaña de los candidatos a diputados locales, es claro que hay división de opiniones, incluso dentro de un mismo partido o coalición, en torno al destino o desaparición del llamado “fondo moche” creado a iniciativa de la 4T, pero con el consentimiento cómplice de sus adversarios.
Hablamos que quienes ocuparon una curul en el Congreso de Tlaxcala se beneficiaron con poco más de mil millones de pesos que fueron etiquetados de manera discrecional para obra pública, entrega de herramientas para el campo, ganado, reparto de los tan socorridos y clientelares calentadores solares, y hasta la entrega de tabletas electrónicas.
Cual Reyes Magos, los diputados se sirvieron con el cucharón molero e hicieron caravana con sombrero ajeno, esos apoyos ahora los presumen como si hubieran salido de su bolsa, sobre todo aquellos que andan en campaña.
El asunto es que quienes compiten por sucederlos en el cargo están en la incertidumbre -literal- se debaten entre pronunciarse en desaparecerlo, o bien, fijar reglas de operación claras, públicas y transparentes, e incluso en mantener el fondo tal cual existe hoy.
No vamos lejos, Gardenia Hernández, edil con licencia de Tlaxco y quien compite bajo las siglas de Morena en el distrito II, me dijo en entrevista que deben establecerse las reglas para etiquetar esos recursos toda vez que sí los requieren los municipios ante el recorte e incluso desaparición de algunos fondos federales que en su momento eran gestionados por los alcaldes con los diputados federales.
Sin embargo, Miguel Ángel Caballero Yonca, presidente con licencia de Ixtenco y candidato a diputado de Morena en el distrito 10, de plano se pronunció por desaparecerlo, también así quedó registrado en una entrevista que me concedió.
En la misma tesitura están los candidatos Gamaly Cortés del distrito VIII del PRI, y del PISS en el distrito VI, Jorge Muñoz Lugo, incluso este último fue más allá al referir que los legisladores deben establecer desde el presupuesto estatal partidas que beneficien a los municipios, y no inventar mecanismos opacos.
Y como esas se empiezan a generar más opiniones encontradas, lo cierto es que más allá de las promesas, quienes lleguen se enfrentarán al dilema de esa jugosa bolsa económica que ha convertido al Congreso local en un escaño de mayor interés que el federal.
Nada más recordemos que los actuales, en su gran mayoría prometieron quitar los muros de la ignominia construidos por la anterior legislatura, con la que se delimitó el acceso de la prensa y del público en general al poder legislativo, ya se van, y nunca lo cumplieron porque esas barreras les permitieron mantener “a raya” al pueblo y a los reporteros.
IGNORANTES
Si bien se ha popularizado entre la población y de forma mediática el uso del término “alcalde” o “alcadesa”, como un sinónimo de presidenta o presidente municipal, quienes aspiran al cargo y sus equipos de campaña muestran ignorancia al usar la palabra de forma incorrecta.
Al revisar la propaganda elaborada por una empresa poblana, cuyo principal mercado es Tlaxcala, a una candidata la promocionan como aspirante a la alcaldía capitalina, y eso, en término legales NO EXISTE.
Basta checar un artículo publicado por el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, en la página del Gobierno de México, donde deja en claro que las únicas alcaldías que existen en nuestro país son las de la Ciudad de México.
En el resto de la república, existen presidencias municipales, para el caso de Tlaxcala, incluso de comunidad, y precisa: “el municipio, es la entidad político-jurídica en que se dividen los estados, esta integrada por una población asentada en un espacio geográfico, con normas jurídicas propias y un órgano de gobierno que es el ayuntamiento”.
Quizá para algunos no tenga importancia lo anterior, como eso de tomar a la ligera los abusos de los apodos en los candidatos, pero es claro que quienes pretenden gobernar un municipio, comunidad o el estado, deben ser los primeros en usar correctamente los términos legales y el lenguaje, al menos, eso es lo esperado, la realidad es otra.