MATANZA
3 De Junio - 2022
Por Edgardo Cabrera
La estrategia de seguridad, si es que existe, sigue sin dar resultados en el estado, la llegada del nuevo secretario, el militar Raúl Ruiz García, no ha permeado; siguen entretenidos “cazando” vehículos para infraccionarlos, o para confiscarlos por reporte de robo, lo más interesante es que esas supuestas “recuperaciones” no concluyen con la devolución a sus dueños.
La policía lorenista simplemente está ocupada en darle aspirinas a la gobernadora para calmar sus dolores de cabeza; recordemos que para ella ni los feminicidios, ni las ejecuciones, menos los atracos violentos de comandos altamente armados le causan malestar, sus “dolores” son solamente por el robo de autos y sus partes.
Ello explica la falta de estrategia para frenar los asesinatos violentos y la aparición de cuerpos, muchos de ellos mutilados, y no, no se trata de que los vengan a “arrojar” de Puebla, como dice el secretario González y que se les cuelen por los múltiples caminos que tiene la entidad, es claro que en Tlaxcala opera desde hace meses la delincuencia a sus anchas, están organizados.
Hasta mayo sumaban cuatro atracos con extrema violencia contra empresarios en la zona de Chiautempan, Apetatitlán y Contla, es el mismo modus operandi de los casos reportados el año pasado y que cobraron incluso la vida del padre del ex alcalde de Panotla, Eymard Grande.
Un grupo táctico derriba portones con camionetas, ingresa a los domicilios, propinan una golpiza a los ocupantes y sustraen preferentemente dinero en efectivo. La policía estatal no ha sido capaz de detectarlos, y la Procuraduría General de Justicia del Estado no ha podido esclarecer ninguno de estos atracos, menos dar con el paradero de los delincuentes.
MUERTOS Y MÁS MUERTOS
Al iniciar junio, el día uno, un cuerpo más fue localizado, atrás de la escuela Secundaria Ricardo Flores Magón, en Apizaco, los colonos reportaron el trágico hallazgo de una persona de aproximadamente 40 años de edad “encobijado”.
Solo de mayo, recordamos múltiples cadáveres localizados en territorio tlaxcalteca y con presencia de visibles huellas de violencia, los últimos días de ese mes se contabilizaron cuatro, entre ellos los dos ejecutados en Nanacamilpa que derivó en protestas de la población y la destitución del director de seguridad municipal.
El 10 de mayo fueron ubicados al interior de bolsas de basura en Papalotla, los cuerpos de los jóvenes hermanos Brayan, Israel y Adolfo, fueron torturados antes de su muerte. Y aunque eran tlaxcaltecas, incluso fueron velados en Apizaco, el gobierno lorenista de inmediato se lavó las manos al sostener que vivían en Coronango y que allá fueron asesinados.
Y los casos siguen, las historias se cuentan por cientos ya, y los muertos no solo se dan en colindancia con los estados de Puebla y el Estado de México como aseguran desde gobierno, la ola de homicidios impacta por igual a municipios del centro, incluida la capital.
Los signos de violencia van, desde cráneos destrozados por golpes, que, con huellas de tortura, ráfagas de disparos o con el “tiro de gracia”.
Para rematar, al presentar un informe, la organización civil Causa en Común reveló que suman nueve policías asesinados en Tlaxcala, además, diagnosticó que los uniformados laboran en precariedad, trabajan turnos de más de 24 horas sin sueldos ni prestaciones y sin equipo que garantice no solo el buen desempeño de sus funciones sino la vida durante las extenuantes jornadas de trabajo, situación que se extienden en el plano nacional.