LIMOSNEROS CON GARROTE
19 De Agosto - 2022
Por Edgardo Cabrera
Bastó un año para terminar de enterrar al PRI. Mientras perredistas aliados con el extinto Socialista, los orticistas con su PAC, y hasta los panistas han hecho intentos por levantarse de la derrota de aquella alianza, en el tricolor el Comité estatal se convirtió en el dormitorio de quien cobra como presidente.
Tan patético es ese caso que el primero que huyó ante el hundimiento del barco fue su dirigente.
Noé Rodríguez -el mismo que presidió la derrota- es flamante funcionario del gobierno federal de Morena; el ex gobernador con su hermano son abiertamente aliados del lorenismo, y la senadora Paredes colocó a parientes y amigos en el gobierno que jura construir una nueva historia.
Si los del Revolucionario Institucional no quieren perder su registro en los próximos comicios, ya no hablemos de ganar un espacio en el Senado, diputaciones locales o federales, presidencias municipales, tendrían que dejar la dirigencia a quienes trabajan en lo local y no desde la comodidad del autoexilio.
Les guste o no, solamente tienen de dos: Anabell Ávalos, la priísta más votada en las contiendas por la gubernatura; o Blanca Águila, la única que ha alzado la voz ante la Triste Historia de forma reiterada, aunque su posición como diputada y dirigente sindical la distraería como dirigente.
Y sí Mariano González Aguirre quiere ser candidato, necesita de Anabell y Blanca para que se pongan a trabajar en el partido y no que vayan a hacer la mona como al que dejaron como interino.
DESPRECIO
Vaya golpe bajo que les propinó la gobernadora Cuéllar a las feministas de Tlaxcala que se solidarizaron con Yeny Charrez, su denuncia de violencia documentada incluso con videos en vivo por parte de la víctima no le ameritó el mínimo comentario o disculpa; menos ante el fracaso de su gobierno a un año de la decretada alerta de violencia de género, algo denunciado por activistas.
Eso sí, la noche del miércoles la tlaxcalteca que gobierna suscribió un documento de mandatarios y gobernadoras morenistas mediante el cual se “solidarizan” con otra de sus correligionarias, Marina del Pilar, de Baja California, violentada por su camarada partidista y antecesor Jaime Bonilla, quien la acusó de aliada de la delincuencia.
Pronta y expedita, Cuéllar le dio el respaldo a la “indefensa” gobernadora y, no solo eso, presumió estar “del lado del pueblo” (Yeny Charrez y las feministas de su estado no son parte de ese pueblo), y luego se dijo “comprometida” con la estrategia de seguridad del presidente López Obrador, cuando aquí el exsecretario de seguridad sigue prófugo de la justicia y los muertos por la delincuencia se le siguen acumulando a la Triste Historia.
Es una vez más, ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.