Por Mauricio Hernández
Ni Disney valoraría las locuras de nuestro emperador. Y no lo haría simplemente porque también le preocupa lo de la pandemia 2020. Disney está cerrado pero no palacio nacional, ahí siguen presentes los contenidos grotescos y el mundo de lo inverosímil.
Mientras el mundo se cierra, el emperador abre sus brazos. Besa y apapacha por igual a grandes y pequeños, se siente bien recibiendo el cariño del pueblo, por eso evita actuar conforme a las recomendaciones de su propio gobierno.
En palacio hay gel para todos, pero el emperador no frota sus manos con la sustancia coloidal que elimina los virus y bacterias, no lo requiere. En su mente fantasiosa se cree inmune a todos los males gracias a su enorme calidad moral, la cual no tienen muchos de sus colaboradores.
Las manos sucias de Romo, Guevara o Bartlett podrían infectar al emperador, pero su campo de fuerza invisible es un protector único e infalible. Nada penetra ese escudo construido a base de una conducta intachable y un compromiso de lucha contra la corrupción, además sostenido por esa entereza de fe y un billete de dos dólares.
En las fantasías de nuestro emperador no hay un México en riesgo de contagio, ni de crisis económica. La sociedad feliz, feliz es el mejor remedio ante cualquier virulento ataque de las fuerzas conservadoras mimetizadas en covid 19. No es necesario hacer pruebas al pueblo bueno, su fe en la cuarta transformación les hace igual que a él, invulnerables. Solo los torcidos neo liberales están en riesgo de contagio, para ellos la enfermedad los consumirá, por el simple hecho de no comulgar con las locuras de su emperador…el que no gobierna para todos.
Pese a ello nos revela su más grande secreto, ese que pueden usar por igual liberales que conservadores, esos motes tan del siglo 18 que ha traído de regreso la mente obtusa del emperador.
El hombre de izquierda que se protege con estampitas de santitos, nos enseña el “detente”, frase cuasi arcana poderosa y magnificente, con la cual nada podrá dañarnos, eso sí, tu alma debe ser pura y limpia, no corrupta ni pringada, de lo contrario serás devorado a pesar de portar el San Juditas…
La honestidad valiente como nunca se había visto. ¿Para qué cerrar fronteras?,¿ para qué estar en cuarentena?, si el mexicano es puro, pero no así su clase política, pero ellos tiene el dinero, los contactos necesarios para atenderse hasta Houston, como lo hace su hijo, su nuera, su nieto.
El mexicano pobre, el del pueblo, el que besa y abraza a su emperador, no le encuentra fallo ni locura, pero su fiebre de 40 le obliga a sentir que su tiempo se ha detenido y su paso por la tierra de la transformación se ha terminado, pero se va satisfecho por lograr los abrazos y no balazos, muere de lo primero, irónico, el sistema de salud es más peligroso que un sicario.
Las locuras de nuestro emperador no las cura ni un psiquiatra, pero de seguir jugando al invulnerable invaluable se lo puede llevar un microscópico virus, pues el de Tabasco no recuerda que es parte del grupo más sensible de contagio, ataque y de muerte.
En su profunda irresponsabilidad se nutre su locura, si sobrevivió 18 años de quién sabe qué, no será un coronavirus el que le detenga su paso triunfal. Reside ya en palacio, el fuerte inexpugnable de todo mal, hasta del mismo PRIAN, ahí no cabe el contagio ni la disposición de seres externos por más avezados que sean.
Su epidemiólogo de cabecera ya lo dijo, “AMLO tiene fuerza moral y no de contagio”, no sé si eso lo aprendió en la escuela, pero en realidad no hay hoy peor epidemia que la del propio López Obrador, que ha envenenado con su locura a millones de seres, que serán inmunes al coronavirus pero no a la virulencia de AMLO, por eso no ven, no oyen, no sienten las locuras de su emperador.