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jueves, 17 de octubre de 2019

Cuarto bate? el peje no llega ni a la mitad de la primera base, tenemos al peor presidente de la historia








Por Mauricio Hernández Olaiz
En términos beisboleros el cuarto bate, o cuarto en el orden, es por lo general el bateador más poderoso y eficiente de toda la novena. Es a todas luces el más productivo a la ofensiva y el pelotero más capaz para resolver situaciones comprometidas.
Pero no hay nada más peligroso que un pelotero que se alardea como un cuarto en el orden sin serlo. Que presume ser capaz de erradicar todos los problemas del estado con un solo “swing”, de sacar del parque los problemas más crónicos de la entidad y traer a la goma desarrollo, crecimiento y estabilidad.
Que simple se escucha, pero más simple se dice. Pero para ser un cuarto bat (en inglés) no solo se requiere poder en las muñecas y dinero en el bolsillo, es necesario contar con experiencia, oficio, talento y mucho trabajo. Los grandes cuartos bateadores de la historia de la pelota caliente no se hicieron de la noche a la mañana. No pasaron de un congreso con resultados regulares a una silla ejecutiva solo por el barniz que le untaron a su bate. Las leyendas se forjaron al calor de los resultados y por conectar a la hora buena.
El llamado “ingeniero” presume ser el cuarto bat que Tlaxcala necesita. Dice contar con el talento y el vigor que se requiere. En redes, panfletos y hasta espectaculares presume hartos cuadrangulares, pero poniéndole corcho a su bate y aprovechando el pitcheo suave y por el centro que le lanzan sus corifeos. No es lo mismo una práctica de bateo que pararse en la goma enfrentando los lanzamientos de la realidad, esa que solo busca ponchar.
Podrá engañar a algunos de momento, pero difícilmente a todos y menos a los que conocemos las reglas del juego. No hay partida más deshonesta que la que se juega cuando no hay umpires, quienes por ignorancia u omisión o hasta cierta complicidad, le dejan batear a diestra y siniestra, con esos lanzamientos de regalo que solo caben en la partida de la peligrosa simulación.
Pero el aficionado es cada vez más conocedor y entiende que mientras no se cante el playball cualquiera puede batear con carabina amañada. No es cuestión personal, es de simple percepción y entendimiento del estilo que se usa al batear y de cómo se promueve. 
Tal vez, solo tal vez, este falso cuarto bat requiera de más tiempo en las menores, en la práctica cotidiana de ese oficio que ha decidido tomar. Enfrentar a todo tipo de lanzadores y entender que no se llega a esa posición solo por el canto de las sirenas y por un obsesivo deseo. Es necesario batear y seguir bateando, pero en diversas etapas o innings de juegos con veracidad.
Finalmente cualquiera está en su derecho de entrar a la caja de bateo, como también cualquiera tenemos el derecho de opinar si dicho bateador ya está listo para enfrentarse a un lanzamiento de la sustantividad o si tan solo se mantiene en el campo de los sueños. 
Lo que no es permisible, aún, es que se nos quiera vender, como el jonronero que el estado necesita, cuando la historia y su experiencia tan solo lo ponen como un falso cuarto bate.

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