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lunes, 27 de julio de 2020

Tlaxcala había tenido diputados malos, pero los actuales se pasaron de ineptos, huevones, ratas y los demás adjetivos que haya, para la tristeza los que cobran sin hacer nada


¿Oportunidad perdida? 


Juan Luis Cruz Pérez

Los integrantes de la LXIII Legislatura local están a punto de perder la última oportunidad de salvar su mandato constitucional, sobre todo, sino concretan una reforma constitucional y legal que garanticen la equidad y la transparencia del próximo proceso de sucesión gubernamental.

Los diputados perdieron 14 meses, – quizá más, si tomamos en cuenta desde su unción- para realizar un análisis profundo de lo que Tlaxcala requiere en materia electoral para lograr que poderes tengan una mayor representatividad y que la contienda se de en un marco de legalidad y equidad.

Con los plazos acotados, han hecho un “parlamento abierto” para, hasta ahora, conocer las propuestas de magistrados, partidos políticos, consejeros electorales y de los propios diputados.

Hay propuestas necesarias de atender, importantes, algunas significarían un gran avance y otras, son un regresar al pasado, pero quizá, todas, se queden en simples y llanas buenas iniciativas, porque los tiempos les ganan a los diputados.

Por ejemplo, hay propuestas para atender el rezago histórico que existe con los grupos indígenas, así como legislar en torno a regidurías de mayoría y representación proporcional, elevar al 4 por ciento el índice de votación para que partidos mantengan el registro y accedan a diputaciones plurinominales.

También está la restitución de la candidatura de unidad al gobierno del estado, esa que permitió en 1998 la alternancia gubernamental en Tlaxcala y que después no abrogada para que otros mantuvieran el poder por más años, así como reservar al menos 20 por ciento de las candidaturas a jóvenes.

Sin embargo, parece que no hay ni disposición y mucho menos compromiso por atender estas propuestas, porque muchas de éstas afectan los intereses de los partidos políticos y de dirigentes, así como de aspiraciones de algunos congresistas.

Parece que la visión de los legisladores es más que corta. Las mayorías piensas y actúan en su aviesa idea de que siempre serán mayoría y las minorías accionan con la finalidad de mermar a las mayorías, cuando no atiendan que en política ni derrotas y victorias son para siempre; ahora es más común que se modifiquen esas posiciones y roles.

Por eso, el único consenso seguro es entorno a la propuesta de reforma que les asegura su permanencia en el cargo mientras buscan un nuevo puesto o la reelección.

“En ningún caso será exigible a los diputados y las diputadas, a los integrantes de un ayuntamiento y a los presidentes y las presidentas de comunidad que se separen del cargo que ejercen, cuando pretendan la elección consecutiva, incluso si logran el registro de su candidatura al mismo cargo”. Esa propuesta ya tiene el aval de las mayorías.

En cambio, respecto a los demás temas, siguen perdiendo el tiempo.

Las discusiones hasta ahora han sido estériles y parece que las fricciones y divisiones internas, así como las pugnas por los poderes –políticos-y económicos- mantendrán como rehén el quehacer parlamentario.

Con ello, todas y cada una de las propuestas de avanzada en materia electoral podrían irse a la congeladora parlamentaria y formarán parte de la herencia que habrán de dejar a la próxima legislatura, salvo que se decidan a salvar el encargo y por fin, legislar –la principal función del diputado- a favor de Tlaxcala.

De no ser así, los integrantes de la LXIII Legislatura habrían perdido la oportunidad de enmendar el camino que hasta ahora ha sido tortuoso y casi perdido.

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