Sin Censura
Blanca y el efecto boomerang
Por Juan Luis Cruz Pérez -noviembre 5, 2021
La campaña interna priista en contra de Blanca Águila Lima parece que le está haciendo lo que el viento a Juárez a la diputada local y ante la política ratonera que han mostrado sus detractores y correligionarios, la mujer ha mostrado más agallas que muchos de los que se presumen valientes y dispuestos a recomponer al maltrecho tricolor.
Es más, la solicitud de expulsión promovida en su contra, lejos de debilitarla parece que la fortaleció, porque diversos operadores, ex legisladores, líderes, ex funcionarios, entre otros cuadros priistas, han cerrado filas en torno a ella y están dispuestos a apoyarla.
La diputada vivé a fuego cruzado, entre más de dos bandos y sus cargos; uno, el de su partido, en donde tiene detractores, los mismos que en el pasado apoyó, como los González, los Mena, los Alvarado, en fin y en el otro, tiene como enemigos a diversos personajes del sindicato que lidera en la Secretaría de Salud, los cuales que le tiran “a matar”.
Sin embargo, en el ámbito de la política, la mujer parece que vive las mieles de una mala operación, una deficiente campaña y una peor lectura del timing para atacarla.
Si es inteligente, puede sacarle muchos dividendos y una buena ganancia política.
Sin duda, Blanca Águila vive las mieles del efecto boomerang, el cual, en psicología social, se le denomina al “evento que ocurre cuando una tentativa de persuasión tiene el efecto inverso de aquel que se espera y en contraparte, refuerza las actitudes del blanco antes de modificarlas”.
Para Stergios Skaperdas y Bernard Grofman, en su obra, “Modeling Negative Campaigning”, el efecto rebote o boomerang se define como la acción que realiza un candidato durante la campaña electoral con el objetivo de aumentar su intención de voto, pero que, sin embargo, termina produciendo su efecto contrario, disminuyendo su intención de voto y/o transformando electorado indeciso en voto adversario.
Y peor, aún, esas acciones producen más sentimientos negativos contra el patrocinador del mensaje, (en este caso, el oficialismo priista), que contra el objetivo del mismo (Blanca Águila), transformando electorado propio en electorado indeciso y dañando en dirección opuesta a lo esperado.
Blanca Águila quizá sabe de esta condición, y por eso ha intensificado un tejido muy fino, discreto y hasta impensable, que, de salirle cada una de las puntadas, podría fortalecerla en el sindicato y en lo que queda de su partido.
Sus formas y maneras, muchas de las veces no gustan. Pero, al momento de la operación, da resultado.
En el Congreso local, por ejemplo, ya se granjeó un respeto entre sus pares.
A su favor, Blanca Águila, tiene diversas cualidades.
Quienes la conocen, saben que como ser humano, es una mujer que cumple la palabra y los acuerdos, “se muere en la raya, aunque le vaya mal”; también sabe ayudar de manera desinteresada.
Sin embargo, es poco tolerante, vive en el límite de la soberbia, en el clasismo, y ha sido fácil seducida por las lenguas viperinas que le endulzan el oído con zalamería de bagatela y, por el contrario, escucha la intriga, esa que le ha llevado a castigar a decenas de personas que en su momento se la jugaron con su proyecto.
Como política sabe cumplir acuerdos, tienen una habilidad nata para entender los entresijos de la política estatal, la cual ha fortalecido al paso de los años y es una excelente operadora política que sabe ganar y dar resultados.
En contra, es un hecho innegable que no ha sabido hacer cuadros propios que permitan visualizar un relevo generacional en su grupo. Es ella y solo ella.
Y de paso, en el escenario tienen en contra a Noé Rodríguez Roldán y a quien representa; también al clan de Los González, al ex mandatario Mariano González Zarur y al becerro de oro, Mariano González Aguirre, diputado federal; Anabel Alvarado, además del ex secretario de Educación, Roberto Lima y a varios ex candidatos, quienes aseguran que los traicionó.
Pese a ello, su figura ante la base militante, esa que ha sido muchas de las veces solo utilizada, entre los operadores de tierra, entre dirigentes de algunos sectores del PRI, ven en ella, la mujer con los tamaños para ayudar a la resurrección del tricolor.
Solo ella sabe qué papel quiere jugar y a cuál carta le apostará su capital: Mantener su feudo sindical o hacerse del PRI.
Lograr ambos bastiones se avizora más que complicado; una hazaña, en la que, por cierto, el gobierno estatal también querrá jugar y en una de esas, se queda como aquel de las dos tortas.
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