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martes, 18 de octubre de 2022

Policía de la nueva y triste historia de Tlaxcala infunde miedo a ciudadanos, porque a delincuentes no los molestan en absoluto

 REPRESORA


Por Edgardo Cabrera

Resulta que la de por sí desprestigiada Policía Estatal se ha convertido en una corporación temida, no por la delincuencia, sino por los ciudadanos y grupos que salen a la calle por necesidad de que se les resuelvan demandas que no fueron atendidas ni escuchadas por el gobierno; reclaman seguridad, justicia, salud, legalidad y cumplimiento a la palabra.

Hay dos personajes que contribuyen a lo anterior: el que cobra como secretario de Gobierno, y quien aparece en el directorio de la Secretaría de Seguridad Ciudadana con el cargo de “director de la secretaría técnica”, por cierto, cuyo currículo se reduce a una hoja describiendo solo dos puestos en su vida laboral: policía y guarura “de artistas y funcionarios”; y el otro como miembro de un sindicato. Su preparación académica dice que es de bachillerato, aunque en el registro de profesiones ya aparece como licenciado en Derecho con cédula obtenida apenas este año de un lugar que se llama “Centro Universitario de América”.

El señor Ballesteros ha sido acusado, pero también se ha documentado gráficamente, de utilizar a la policía como ente represor de jóvenes, personal médico, normalistas, transportistas, sindicalistas, en fin. Paradójicamente, la delincuencia sigue avanzando y no da tregua, los asesinatos están a la orden del día en Tlaxcala, igual que los robos (incluso en pleno centro histórico), los secuestros y los hurtos al transporte.

El domingo, sin empacho, de nuevo montaron un operativo, dicen que “ordinario” con 350 granaderos para impedir que llegaran normalistas al centro de Tlaxcala y les echaran a perder la fiestecita del Tiro con Arco; este lunes, de nueva cuenta “otro operativo ordinario” para proteger la Secretaría de Educación Pública y a su titular.

Esos mismos operativos no se ven a favor de la ciudadanía, de ahí los linchamientos.

Y mientras privilegian la represión, el encargado de la “gobernabilidad” brilla por su ausencia para desactivar con diálogo las protestas, prefiere el garrote de su protegido en seguridad, o de plano andar festejando los cumpleaños de sus subordinadas en los restaurantes del centro capitalino, como si el estado estuviera para que los secretarios pierdan el tiempo con cargo al erario.

No cabe duda, vaya mala fama que le siguen creando a la gobernadora Cuéllar sus subordinados y, ciertamente, no se trata de mejorar la reputación, sino que den resultados a la ciudadanía.

¿DIPUTADO?

A colación, ¿dónde está el secretario de Seguridad Ciudadana?, desde el 2 de mayo que asumió el cargo, el general Raúl Ruiz no ha tenido el tiempo, o las ganas, de conocer y sostener un encuentro con la parte operativa de la institución, es más, varios directivos ni lo conocen, es otro secretario ausente.

Ante el vacío, el señor Ballesteros parece ser quien administra, da órdenes, encabeza los operativos y hasta se da tiempo para promocionarse como aspirante a diputado, al menos eso dice sin empacho en presencia de sus subordinados. Estamos con el hombre del gran currículo ausente, y el del pobre mandando.

Por ello en percepción de inseguridad más de la mitad de los tlaxcaltecas descalifican a la Triste Historia que maquilla cifras ocultando delitos para que la estadística no se dispare y estemos entre los estados con menor incidencia delictiva, que no quiere decir que seamos los más seguros como lo vende el oficialismo.

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