Por Fernando Tamayo
Tal y como se vislumbraba los Diputados Locales no aguantaron la tentación de meterle mano al proceso de fiscalización de Cuentas Públicas y pusieron de manifiesto que eso de no mentir, no robar, y no traicionar no eran más que patrañas electoreras tendientes a generar empatía entre los electores.
El circo con tufo a estiércol en el que se convirtió el recinto legislativo el pasado jueves es una muestra más que el cambio de régimen corresponde más a un cambio de siglas que una verdadera modificación del sistema político y de la clase gobernante. La dictaminación de cinco estados financieros atestados de observaciones con posible daño patrimonial millonario dejó en claro que los que despachan en el Congreso Local están más preocupados por saciar sus intereses pecuniarios o familiares que verdaderamente abonar a una cultura de transparencia, rendición de cuentas y fiscalización.
Particular es el caso del autoproclamado diputado de las “nuevas izquierdas” Covarrubias, quien mágicamente, cual maestro limpio logro solventar las observaciones de más de 5 millones que tenía la cuenta pública de su señora madre Maribel Cervantes, pero no solo eso, sino que además se encontraba obligado a excusarse derivado del evidente conflicto de intereses, pero como seguramente él y sus subordinados desconocen la legislación, el “representante popular” espero la aprobación del dictamen correspondiente para abandonar el Salón de Sesiones.
Misma situación ocurrió con un par de municipios más cuyas irregularidades exigían la reprobación de sus cuentas públicas, sin embargo, mágicamente estas fueron aprobadas. Así la autoproclamada legislatura del cambio histórico perdió la oportunidad de verdaderamente cimbrar el sistema político y romper el paradigma de la dictaminación de cuentas públicas.
Una lástima no para aquellos que seguirán disfrutando de su curul por un par de años más, sino por los cientos, miles de tlaxcaltecas que buscan un cambio de fondo en el acontecer político.
A los representantes populares de MORENA y sus aliados debemos recordarles que el poder democráticamente otorgado en las urnas tiene fecha de caducidad, y que el voto constituye por sí mismo, la herramienta por excelencia que tiene la ciudadanía para evaluar a sus gobernantes y representantes populares. Lo que el pueblo da, el pueblo también lo quita. Al tiempo.
Desde la barrera
Sabedores del fiasco en que se han convertido los representantes populares que obtuvieron el triunfo gracias a la 4T, la oposición comienza a afilar sus armas a la espera del comienzo del periodo electoral. Ejemplo de ello es el PRI, quien en un claro maniobrar comicial ha iniciado una estrategia que busca convertirlo en protagonista en las próximas elecciones. En política nadie está muerto, máxime cuando los responsables de dar resultados quedan a deber, como es el caso de los legisladores locales.
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