Por Mauricio Hernández Olaiz
Se encuentra Morena en Tlaxcala. Poco o nada se sabe de la actividad de este instituto político a raíz del anuncio de la salida de su dirigencia del senador Joel Molina. Recordemos que luego de una campaña mediática en contra del legislador, por parte de los medios cercanos a Lorena Cuéllar, Molina anunció que no sería más el encargado del partido y en su lugar llegaría un delegado nacional, del cual nunca se supo si llegó ni quién es.
Desde el 23 de septiembre del año pasado, de Morena nada se sabe. Mientras que el resto de los partidos comienzan a medio despertar, luego de una largo letargo por la derrota electoral de 2018, el partido que fundara el presidente López Obrador no le ocupa la cercanía del siguiente proceso electoral, considera que la pura inercia les llevará a repetir la barrida de la elección anterior.
Pero en momentos turbulentos en el estado en materia de transparencia, corrupción y tráfico de influencias, el partido nacido para ser diferente, para ser el que señalara los hechos que lastimarán la evolución de la cuarta transformación, no ve, no oye y no habla. No hay quién, a nombre de Morena, cuestione los fondos moches de los diputados, especialmente de los emanados de su propio partido, no hay morenista de cepa, de origen auténtico que critique las andanzas de unos legisladores abusivos, que cobran millones, que poco resultado ofrecen y que hasta los señalan directamente por corrupción, como es el caso de la diputada Mayra Vázquez.
Tampoco hay postura de Morena en cuanto al reparto discrecional de bonos al interior del Tribunal superior de justicia en el estado. El partido nacido para combatir la corrupción no tiene postura sobre los excesos del magistrado presidente Mario Jiménez, ni del resto de los magistrados, simplemente no hay morenista que dé la cara en contra de los dueños de la cueva de Alí babá.
Pero lo peor, es que no hay Morena para trabajo electoral, insisto, duermen en sus laureles, se sienten confiados del arrastre presidencial, quien por cierto ha reiterado su deslinde del partido. En Morena nacional se vive una guerra civil, la lucha entre Bertha Luján y Yeidckol Polevnsky por controlar el partido ha descontrolado al mismo en los estados, no hay disciplina, línea, trabajo, rumbo, pues no hay autoridad cierta que la genere.
Morena en Tlaxcala está acéfala. Si sumamos el descontrol nacional y la ausencia de personalidad estatal, se podrían vaticinar descalabros futuros, pero están tranquilos los militantes, puntean todas las encuestas, la ciudadanía mantiene su fe, pese a las innumerables muestras y evidencias de que no es nada diferente a los demás que tanto criticaron.
Oportunidad dorada para los contrincantes electorales en Tlaxcala. Con el simple hecho de preguntar, ¿Dónde está su Morena?, que tanto les prometió, hoy ni siquiera sus puertas abre, no es distinta, simplemente es ventajista.
Dormido en su laureles se encuentra el partido hegemónico, ¿algo saben que nosotros no?,¿ apuestan por el regreso al fraude electoral para mantener la supremacía?, aventurada es sin duda dicha interrogante, pero ante la ausencia de casi cuatro meses, de trabajo electoral, acción y si omisión, un servidor no entiende la excesiva confianza.
Finalmente la campaña mediática en contra de Joel le pasó a pegar a todo el partido y a los que les pagamos a través de nuestros impuestos, porque seguimos sin saber, ¿quién controla las prerrogativas? Que no son menores, ¿quién cobra salario de dirigente?, ¿Cómo saber si eso no lo sigue haciendo el propio Senador, pero ya sin fijar postura a nombre del instituto local?. Tal vez y hasta Lorena le hizo un favor, económico.
Fiel reflejo del partido, es el propio Senador Molina, que tal vez cansado de tanto trabajo, se queda dormido en los eventos a los que es invitado, para precisamente colaborar con el trabajo legislativo. ¿También Joel se duerme en sus laureles?
Es sabido que la súper delegada no siente ni le preocupan los colores púrpuras que la abanderaron, además, según órdenes del presidente, aparentemente está impedida a participar de ellos, pero tan bien sigilosa arma su estructura y promete espacios a propios que no morenistas.
Joel se retiró bajo el argumento de “brindar garantías de imparcialidad y que la renovación de las nueve carteras que integran al Comité Ejecutivo Estatal, sea a través de un proceso participativo y transparente, en el que prevalezca la unidad del partido fundado por Andrés Manuel López Obrador”. Dicha renovación fue suspendida y no se sabe para cuándo, pues Morena vive una guerra civil, silenciosa, sigilosa, disimulada. Silencio que es ya harto evidente, casi cuatro meses de que Morena en Tlaxcala duerme en sus laureles.
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