ANODINA
2 De Noviembre - 2020
Por Edgardo Cabrera
Más allá del descarado desvío de recursos públicos para la promoción personal, y hasta para auto organizarse su fiesta de despedida, Cuéllar encarna la ambición del poder por el poder.
Contrario a lo dicho por el presidente López Obrador, en el sentido que su gobierno no tolerará el uso de los programas y de su gobierno con fines proselitistas, en los hechos la delegación del Bienestar en Tlaxcala así operó, no solo eso, se regodean por dejar al frente de esa oficina a un personaje que le es servil para sus fines electorales; piensan que es una «hazaña».
Carlos Luna, hoy convertido en super delegado, dejó en su haber como alcalde de Amaxac la reprobación de su cuenta pública y observaciones que superan los 7 millones de pesos. El sábado evidenció que lo suyo no es la aplicación correcta del erario pues toleró el uso de los recursos humanos y materiales para la fiestecita, hasta regalitos hubo para los lambiscones de Cuéllar.
Tras el nombramiento, entre los mismos lorenistas se generó molestia porque varios que se veían en el cargo fueron desairados, y entre los morenistas la polarización creció tirando por borda una oportunidad de oro para la reconciliación.
A MEDIAS
Pero regresando al caso que nos ocupa, la diputada federal con licencia se enfila a la candidatura a la gubernatura, ella asegura que por Morena, máxime cuando la lamentable muerte del senador y dirigente estatal del partido, Joel Molina, le cayó “como anillo al dedo”, así lo presumen sus porristas, entre ellos varias plumas oficiosas.
En los hechos, y más allá del futurismo, Lorena acumula un cargo más que deja inconcluso anteponiendo su ambición de poder, sobre el servicio al pueblo.
Dos veces fue diputada local, y dos veces pidió licencia por procesos electorales en los que se metió a competir; ya fue senadora, y dos veces pidió licencia por la misma razón. También fue alcaldesa capitalina, y ni cumplió con sus promesas de gobierno, ni terminó el encargo, porque le urgía más meterse a la sucesión por la gubernatura.
Es diputada federal por el III distrito, pero solo estuvo poco más de un mes y se separó para ocupar el cargo de “super delegada”, pensando en que el puesto sería un virreinato, pero no, su margen de maniobra se redujo al uso faccioso de los programas federales sociales y de aniquilar a los morenistas que había sido colocados en ese lugar en recompensa a sus años de lucha.
Ahora, de nuevo avienta el puesto que ocupa, no llegó ni a la mitad del sexenio de López Obrador, y es que su urgencia es ser gobernadora, algo que aún está por verse, porque si algo ha acumulado en tantos años de traiciones y promesas incumplidas son rencores.
HECHOS, NO PALABRAS
Con hechos, queda claro que Lorena no sabe y no quiere servir a los tlaxcaltecas, sobre el interés de la población está el suyo y de su camarilla.
El próximo sexenio no merece un titular en el Ejecutivo de medio tiempo, la crisis económica, sanitaria y social requiere de alguien con verdadero compromiso de servicio, pero también, con la fuerza moral y el conocimiento necesario para desarrollar al estado, y no alguien que en estos momentos le apuesta a los “favores” presidenciales para hacer un buen papel y hasta ser candidata.
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