Hasta tiembla diferente con la nueva historia
No han sido pocos los comunicados de gobierno que han rayado en lo ridículo, jocoso y hasta inverosímil. Pero el que emitieron la mañana del 20 de septiembre, simplemente, se voló la barda. ¡La sacaron del estadio!
“SISMO EN TLAXCALA LLEGÓ DE MAGNITUD 3.8” Ándale pues. Con la nueva historia llegaron también los temblores diferentes.
Y es que lo anterior buscaba justificar la razón del porqué las alertas sísmicas, que presumió con bombo y platillo la Gobernadora, no funcionaron el 19 de septiembre a las 13:05 horas.
Para el gobierno la razón fue que la onda de vibración al llegar al estado de Tlaxcala fue de magnitud 3.8. Achis….¿A poco el gobierno tiene sismógrafo? Lo peor de todo es que confunden la gimnasia con la magnesia.
Expliquémosles…. Magnitud e intensidad son dos términos diferentes y su significado es completamente distinto. La magnitud es utilizada para cuantificar el tamaño de los sismos (mide la energía liberada durante la ruptura de una falla) mientras que la intensidad es una descripción cualitativa de los efectos de los sismos.
La Magnitud de un sismo solo es una, es objetiva y calculada desde su epicentro. Si el movimiento telúrico fue de 7.7 grados en la escala de Richter, el valor es el mismo en el epicentro (Michoacán), la CDMX, Tlaxcala o China (aunque no haya llegado hasta allá).
La intensidad, por el contrario, es subjetiva: el sismo no se siente de la misma forma ni tiene los mismos efectos en la zona de ruptura, CDMX, Tlaxcala o Tokio. Por lo mismo lo correcto es decir que el sismo fue de magnitud de 7.7 pero a Tlaxcala llegó con una intensidad de V, IV o III. Los datos de la magnitud y la intensidad solo pueden ser recabados con una instrumentación certificada, por expertos sismólogos y por supuesto un sismógrafo. ¿Los de la Juárez ya tendrán uno? ¿O tal vez el florero?
Con lo anterior queda evidenciado que el estado no puede medir la intensidad y mucho menos darle un valor de magnitud de 3.8 al sismo en Tlaxcala, una verdadera barbaridad, desinformando para justificar.
También el boletín del gobierno afirmó que, según la voz de su experto, Héctor Tapia, “la alerta sísmica no se activó porque la estimación de energía liberada por el sismo no superó el umbral establecido para alertar a la población en caso de un sismo fuerte”.
Sin embargo, en su boletín emitido el primero de agosto de este año, cuando la mandataria puso en marcha la alerta sísmica en Tlaxcala, manifestaron que “Con una inversión de 2 millones de pesos, este sistema podrá detectar con antelación de 60 a 120 segundos cualquier movimiento telúrico y la población podrá realizar las acciones pertinentes para cuidar su integridad física”
Cualquier movimiento cualquiera…nos dijeron…por 2 millones, cualquier movimiento…Nunca dijeron que los de magnitud de 3.8 no activaban las alertas…y en realidad fue de magnitud 7.7, no cualquier cosa.
Los Tlaxcaltecas lo sentimos, salimos a las calles, pero la alerta comprada por el gobierno de a 2 millones, no sonó…. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta, pero la respuesta correcta no es porque a Tlaxcala llegó de magnitud 3.8…
En el estado ha habido más de 500 réplicas luego del 19, el mayor de ellos de magnitud de 5.6, según el sismológico nacional, pero nadie en Tlaxcala los sentimos…
Pero el del 19…si… ¿Luego entonces?
Es importante revisar nuestra alerta sísmica. Y es que, con la Nueva historia, en Tlaxcala, tiembla diferente en magnitud e intensidad.
Todo es culpa de….¿?
Si el gobierno de Cuéllar Cisneros utilizara todo su arsenal para resolver los problemas del estado, así como lo ocupa para culpar a todos los demás, probablemente si hablaríamos de una nueva historia y no de la triste que es en realidad.
Con la manifestación de los sindicalizados de la SESA por lo de los alimentos podridos, funcionarios lorenistas salieron por todos lados a deslindarse del asunto, apoyados por sus, cada vez más, plumas mercenarias. Esas que escriben en ciertos medios, pero que no dan la cara y algunos ni su nombre. Solo denostan a los adversarios de la triste y aplauden a la mandataria.
El secretario de salud culpo a su personal y no a la empresa, el florero culpó a Blanca Águila afirmando que todo era porque perdía canonjías y el del C4 hasta un fuerte accidente le endosó.
Ninguno de los tres presentó evidencia alguna de sus dichos, como si lo hizo la también diputada priista. Eso de declarar sin argumentos, bases, estadísticas o evidencia es muy…muy de la triste historia.
El hecho es que hasta el día de la denuncia en la SESA surtían alimentos podridos. Hoy, pues tal vez ya no. Pero si los culpables solo son los opositores, pues no dude que en el futuro les repitan el menú.
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