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jueves, 27 de octubre de 2022

La triste y nueva historia de Tlaxcala festeja que hay pocas denuncias, no se dan cuenta que delitos hay, ciudadanos deciden no denunciar ante poca atención de autoridades

 ¿QUIÉN MIENTE?

Por Edgardo Cabrera

En un año la percepción ciudadana en inseguridad creció 17.5 por ciento, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que aplicó el INEGI en el tercer trimestre de este año, sin embargo, el gobierno estatal mantiene el discurso de que Tlaxcala fue el estado más seguro del país en ese mismo lapso, es claro quién miente.

El Informe de Incidencia Delictiva presentado el martes en una reunión entre funcionarios, encabezados por Lorena Cuéllar, es halagador para ellos, por lo que no hubo empacho en presentar a la entidad como la burbuja de México, el paraíso.

Mentira que exista un bajo número de denuncias y registros de hechos delictivos, el asunto es que hay desconfianza de la ciudadanía para acudir ante una procuraduría que tortura y asesina a supuestos delincuentes.

Además, el ocultamiento de delitos es política gubernamental y así ha sido evidenciado de forma reiterada por activistas y organizaciones de mujeres, transportistas y empresarios, por ello es que la trata o los feminicidios no figuran en sus alegres números, aunque los delitos se cometen en sus narices, nada más que se den una vuelta por la Vía Corta, o en los tugurios, como ese de Chiautempan donde se registró una balacera que se mantiene impune y el lugar operando por ser propiedad del hijo de un funcionario estatal.

Aún más, no es que seamos los más seguros, sino que es donde supuestamente hay menos delitos, porque en Tlaxcala, como nunca, las ejecuciones o los intentos de asesinato, los feminicidios, los atracos violentos, los corruptos negocios de los funcionarios, el cobro de piso, la violencia intrafamiliar, en fin, se cometen a diario, ¿de dónde sacan que somos los más seguros? 

CONSECUENCIA

Esta semana será inaugurada la “tan ansiada” Feria de Tlaxcala, la primera para la administración de Lorena Cuéllar, luego de que la pandemia por Covid-19 frustró el año pasado el primer gran “pan y circo” por lo que tuvieron que conformarse con una fracasa Villa Navideña.

Pero el esfuerzo está empañado, y no por la presidenta del Patronato y secretaria de Turismo, ahora sí no fue su culpa; Josefina Rodríguez puso su mejor esfuerzo, pero la ingobernabilidad que no quiere ver Sergio González enlutó a las normalistas desde la semana pasada, en el mismo lugar donde ya alistan la pachanga, fue el escenario de una muerte que nunca tuvo que ser.

Y esa ingobernabilidad que niegan, la reafirma el sector empresarial, los industriales están preocupados por el creciente malestar social.

Los campesinos son otros que no tienen respuesta a sus demandas, sin olvidar a las mujeres y feministas, burócratas y obreros sindicalizados, los trabajadores de la salud y los jóvenes, solo la clase privilegiada de funcionarios fifís no los ven y no los oyen.

La primera feria pudo comenzar mejor, pero ahora está sobre ella la sombra de la protesta social, no se descarta que sea el escenario de las nuevas manifestaciones, ojalá y me equivoqué, pero este gobierno hace todo lo imposible para que la Historia Nueva siga siendo Triste.   

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