Vena autoritaria
Lo ocurrido el jueves pasado en la capital del Estado donde policías y normalistas se enfrentaron derivado de las protestas de estos últimos ante el gobierno de la entidad no pueden dejarse de lado, mucho menos, cuando un capítulo triste como lo es el de los 43 normalistas de Ayotzinapa aún sigue vigente en la memoria colectiva.
Si bien es cierto que las protestas de las normalistas de la Escuela Normal Rural Licenciado Benito Juárez ubicada en Panotla no son vistas con los mejores ojos por parte de la sociedad tlaxcalteca por ser muchas veces violentas y lastimosas para distintos sectores de la población que son los que terminan pagando los platos rotos.
También es innegable que el Estado, concretamente las autoridades competentes, deben en todo momento, buscar los caminos del diálogo y la concertación ante cualquier movimiento civil para que, por un lado; no lesione los derechos de terceros y por el otro atienda dichas demandas colectivas de la mejor manera.
La política, entendida desde el sentido más estricto, no es más que un mecanismo para la solución de los conflictos, y es precisamente esta situación la que válida su existencia y le da sentido a todo el aparato estatal.
Bajo esta tesitura, lo ocurrido el jueves pasado en las inmediaciones del recinto ferial no es más que la suma de errores, desatenciones y falta de tacto político de quienes tienen la función de resolver los problemas sociales a través de la política, el diálogo y el consenso.
Más allá de las filias y las fobias que pudiesen señalarse para eludir las responsabilidades de aquellos que no actuaron con providencia, resulta claro, que dentro del aparato del Estado existe más de uno que no entiende de qué va su función dentro del organigrama gubernamental.
Si es claro que muchas veces los estudiantes normalistas generan excesos e incluso transgreden la ley en sus manifestaciones y que estas acciones no se justifican a pesar de la legitimidad de sus exigencias. Sin embargo, el uso de la “vena autoritaria” -como el propio Homero Meneses titular de la Secretaría de Educación en la Entidad, refiere al uso de la fuerza pública- se justifica cuando los caminos de la política, el diálogo y la concertación no están consumados.
Lo ocurrido el jueves es un preámbulo de lo que se puede presentar cuando no existe mesura por ninguna de las partes y la cerrazón se apodera de la razón.
Lo cierto es que en esta disputa entre normalistas y autoridades estatales todos pierden, no solo los involucrados, sino la sociedad que observa lastimosa estos escenarios donde el saldo es de un fallecido -del que hasta la fecha se desconoce la causa- y cientos de pérdidas económicas para Tlaxcala.
Por el bien de todos es urgente que las discrepancias entre la autoridad y el estudiantado termine, de lo contrario los daños pueden ser aún más graves que los que ya se han generado. Al tiempo.
Desde la barrera
Sirva este espacio para trasmitir mi profundo pesar por el lamentable fallecimiento de Don Arturo Técualt Hernández a quien tuve el gusto de conocer y considerar un buen amigo.
Gracias por su plática siempre amena y su canto aún más exquisito. A sus familiares y amigos mis condolencias y respetos.
Descanse en paz.
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