EMBLEMAS
21 De Julio - 2021
Por Edgardo Cabrera
Pareciera que la llegada de un nuevo gobierno, sobre todo cuando se trata de una transición de partido, implica adoptar algún emblema para marcar la diferencia entre el “vergonzoso” pasado y el “prometedor” cambio.
Al llegar a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador cumplió lo prometido, el parteaguas entre la “mafia del poder” y su autodenominada Cuarta Transformación fue “abrir” la residencia oficial de “Los Pinos” al pueblo y convertirlo en un complejo cultural. A partir del 1 de diciembre del 2018 hicieron largas filas sus simpatizantes para entrar a ver la ostentación con la que vivieron sus antecesores.
Pero el que no viva el actual mandatario en Los Pinos no significó que se hubieran sacrificado los lujos, ahora la residencia oficial es un palacio, concebido para que habitara la monarquía, incluso antes de la conquista española, la historia refiere que en ese terreno se ubicó parte del palacio del huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, luego con la llegada de los europeos sirvió de residencia privada de Hernán Cortés, y más tarde pasó a manos de la corona y destinado como sede de los Virreyes de la Nueva España.
El avión presidencial es otro de los símbolos que distinguen al actual gobierno y con el que se pretende dar ejemplo de “austeridad”, no puede haber gobierno rico con pueblo pobre, dice López Obrador, por ello cuando viaja por aire lo hace en aerolíneas comerciales, pero el verdadero fondo no es la austeridad, sino el mensaje político que se manda a la ciudadanía.
SIMILITUDES
En Tlaxcala ocurre algo similar, a la llegada de Alfonso Sánchez Anaya a la gubernatura, el nuevo mandatario tenía que dejar patente que si bien su carrera política la forjó con el PRI, su chaqueteo con el PRD no solo fue un asunto de berrinche porque no le dieron la candidatura, sino que se trataba de un verdadero cambio de ideología.
Para que se «sintiera» la transformación, mandó a pintar todo de amarillo, lo mismo vehículos oficiales que fachadas de edificios públicos, hasta los alcaldes le siguieron la corriente y pintaron las presidencias del mismo color.
El cambio duró poco, seis años. Lo sucedió en el cargo otro priísta despechado, Héctor Ortiz quien ganó con el PAN gracias, en buena parte, al castigo al primer gobernador del cambio quien quiso perpetuarse otros seis años con su mujer.
El símbolo del ex rector de la UAT para dejar patente el cambio de partido en el gobierno fue prometer convertir la Casa de Gobierno en un Hospital Infantil, lo único que cumplió fue no vivir en la residencia oficial del estado; cuando revisó las condiciones con las que Tulio Hernández donó ese predio descubrió que no podía cumplir el capricho. Igual que Sánchez Anaya, también todo lo hicieron azul y con él Tlaxcala tuvo su primer avión oficial, mismo que se estrelló en la laguna de Atlanga.
La llegada de Mariano González Zarur a la gubernatura significó el retorno del PRI, su mayor símbolo del cambio fue frenar la conclusión de la construcción de la Plaza Bicentenario y regresar cosas del pasado, se instaló en la Casa de Gobierno y después le cerró la llave de los recursos a la UAT, pero adoptó un helicóptero para hacer sus viajes.
La llegada de Marco Mena, en contraste, significó la continuidad de PRI pero los símbolos del cambio también se hicieron presentes, quizá el mayor, fue el propio Héctor Ortiz, acérrimo rival de Mariano, y a quien convidó múltiples eventos oficiales, de entrada su toma de protesta, y después la recuperación de la Plaza Bicentenario que se encuentra en pleno proceso de remodelación para que lo ocupe el Instituto Politécnico Nacional. El símbolo de gobierno, fue el rompimiento con su antecesor.
A escasos días de que asuma las riendas del gobierno Lorena Cuéllar, trasciende que uno de los símbolos del cambio y de la llegada de Morena al gobierno, con todo y su cuarta transformación, será la Casa de Gobierno, aunque a diferencia de Ortiz ahora, trasciende, el inmueble será convertido en un centro cultural, como Los Pinos de López Obrador, ya veremos…
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