Por Edgardo Cabrera
La semana pasada llegó al seno de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso local el tema de los insultos que la neo petista Michaelle Brito propinó, en plena sesión y al hacer uso de la tribuna, en contra del diputado morenista Rafael Ortega.
Supuestamente la intención es sancionarla dado que incurrió en claras violaciones a la Ley Orgánica del poder Legislativo, y aunque eso es cierto (lo de la trasgresión a la norma), dudo que le apliquen algún castigo ya que suman varios hechos que han quedado impunes.
Recordemos que durante los trabajos donde se procedió a destituir a los entonces comisionados del IAIP (Marlene Alonso, Francisco Morones y David Cabrera), ocho legisladores no acudieron a la plenaria y se aseguró que serían sancionados con el descuento de un día de su dieta.
Pasaron las semanas, llegaron las quincenas y nunca se les aplicó ninguna retención a sus percepciones, aunque públicamente habían dicho que sí, la realidad es que eso nunca ocurrió.
Apenas unos días después de la sesión de la remoción de los consejeros (el 31 de julio para ser exactos), durante los trabajos de análisis y votación de cuentas públicas del ejercicio 2018 se registró otra ausencia masiva de legisladores, una de ellas la de Michael Brito quien fue sorprendida tomando café en un establecimiento aledaño al Congreso, de eso tampoco hubo sanción.
De ahí que está nueva promesa de aplicar un castigo resulta difícil de creer, ya que además de los insultos, en el mismo Pleno han recurrido a agresiones físicas entre legisladores que no han ameritado mayor sanción.
Y en el tema de las sanciones pareciera cuestión de “voluntad”, más que de obligación, para aplicar la ley orgánica que es clara en sus artículos 27, 31 y 32, de este último, específicamente la fracción VII, que establece que: será amonestado el diputado que “profiera injurias o amenazas a uno o varios diputados, o a los integrantes de las Instituciones de la Federación, Estado o ayuntamientos”, el citado reglamento también advierte del descuento de dietas para quienes no acudan o se salgan de las sesiones.
CHOCOLATE
Nos cuentan que el miércoles de la semana pasada, en un estacionamiento aledaño a la feria de Tlaxcala, una diputada puso pies en polvorosa ante la presencia de agentes estatales y ministeriales…
Resulta que como parte de los recorridos de rutina para verificar la legal situación de los automóviles causó sospecha un Derby; al verificar su situación resultó con reporte de robo…
Al esperar al dueño para notificarle la situación y ser presentado ante el MP, causó sorpresa la llegada de una diputada de la cuarta, afamada por aquella frase de “¡yo soy la presidenta!” al ocaso de la titularidad de la Mesa Directiva…
El propietario de la unidad robada resultó ser el acompañante de la asambleísta, que lo mismo la hace de chofer, que de fotógrafo y secretario…
Mientras los agentes le notificaban la situación de su unidad, la legisladora emprendió la huida dejándolo a su suerte. Así la solidaridad y traiciones (nada nuevo) de quien aspira a ser presidenta municipal de Xaltocan.
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